Según Dunbar, que desarrolla su labor en la prestigiosa universidad de Oxford, el cerebro está capacitado para gestionar unas 150 “referencias humanas distintas”. 150 es el número de personas a partir del cual el grupo debe dejar de sostenerse en relaciones informales y ha de empezar a pensar en establecer, asimilar y vivir de acuerdo a ciertas normas, más o menos permanentes, jerarquías y estructuras organizativas. Esto es aplicable desde una tribu a una empresa de semi-conductores.
Los que hemos vivido la evolución de pequeñas agencias de comunicación que acababan formando parte de grandes multinacionales lo entendemos perfectamente. En su origen todos éramos “alguien” con nombre y apellidos, cuyas habilidades se adaptaban a cada necesidad concreta. Cuando la empresa superaba la cifra mágica de 150 profesionales, ya no se contaba con la persona, sino con el “cargo”, y a ese cargo se le asignaban unas funciones muy, muy precisas, que en caso de saltarse desataban un largo, duro y silencioso conflicto.
Pero volvamos a Oscar y sus 787 amigos (mientras escribo este artículo ya se han sumado dos más). Es evidente que el futuro de las redes sociales dependerá de una inteligente segmentación de los “amigos”. Cualquiera dirá que eso ya existe, que las Redes (curiosamente ese es el título del programa de Punset) permiten discriminar a las personas en grupos. Pero, seamos sinceros, lo difícil es decidir a quién metes o dejas fuera en cada caso. Alguien se puede preguntar por qué no está entre los “amigos especiales”, o con los “más divertidos de la noche”. Como decía Luis XIV, “cada vez que hago un nombramiento sólo consigo a cambio un desagradecido y un montón de agraviados”.
Los grupos para ser creíbles y sostenibles deben responder a criterios objetivos que lleven a la autoexclusión de los intrusos, por ejemplo: "familiares de primer grado", “antiguos alumnos de mi instituto”, “miembros del equipo de futbol-sala”, “practicantes de kendo de Majadahonda” o “pilotos veteranos de Karts”. Cada uno con su propio icono en el “Perfil”. Es algo que no deja ningún tipo de duda, ni pone en posición embarazosa al titular (ya empiezan a aparecer multitud de iconos identificativos que los perfiles personales con una apariencia tan recargada como la pechera de un mariscal soviético) pero, con todo, aún resultan difíciles de gestionar precisamente por las dificultades que acarrea tomar decisiones; especialmente esas que implican "excluir" a tus "amigos".
Una eficiente “auto-segmentación asistida”, algo así como un asistente para crear Grupos, sería posible gracias a un análisis inteligente del Social Map y de las relaciones individuales. Ese asistente ayudaría a los jóvenes a organizarse y a sacar más partido a su creciente universo de amigos. Gracias a esa segmentación, las Redes alcanzarían un mayor atractivo comercial, afinando aún más el impacto.
Mientras tanto, seguiremos con el “café para todos”.
Eduardo Irastorza.
Eduardo Irastorza.
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