16 de agosto de 2011

¡Hundid el Bismark!


Las grandes corporaciones se  enfrentan a la mayor de las amenazas desde sus orígenes. Algo que no está fuera de ellas, sino dentro: la sombra de la duda respecto a la Dirección a seguir.


Durante más de cien años, al igual que los acorazados diseñados entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, las grandes empresas han surcado los océanos del mercado, amparados en la fuerza y cobertura de sus cañones, la velocidad proporcionada por sus enormes calderas y el blindaje sabiamente compartimentado de su casco.


Ninguno de aquellos gigantes del mar, salvo que se quedase a resguardo en algún lejano puerto sobrevivió a la contienda. El caso del hundimiento del acorazado Bismark, orgullo de la Kriegsmarine alemana, hizo reflexionar a muchos, propios y extraños, acerca de la necesidad de reinventar el concepto y las funciones de esta modalidad de "nave".


Una de guerra...

En Mayo de 1941 el Bismark se hizo a la mar con una misión imprecisa: "hacer el mayor daño posible a los barcos aliados en la vital línea de suministros que unía Estados Unidos con las Islas Británicas".  Era ya una cuestión de orgullo nacional que  el buque insignia saliese de su enclaustramiento en puerto.

Los también acorazados de la Royal Navy,  HMS Hood y  HMS Prince of Wales (lo mejor de lo mejor) salieron a su encuentro. Por hacer la historia corta diré que de una andanada el Bismark hizo saltar por los aires al primero de ellos y poco después puso en fuga con diversos daños al segundo.

Fue entonces cuando Winston Churchill  dijo en la maltrecha Cámara de los Comunes aquello de... ¡Hundid al Bismark!. Claro, preciso y conciso (Eso si que es una orden, y no: "Sal por ahí y destruye lo que puedas").

De inmediato, todo lo que flotaba en el Atlántico Norte con la Union Jack ondeando en la popa se puso "full speed" para cumplir el mandato. El acorazado alemán fue rápidamente detectado (no es fácil ocultar un barco de 251 metros de eslora y 36 de manga).

El acierto estratégico del Almirantazgo fue hacer un ejercicio de inteligente humildad y dejar la parte complicada de la operación a los anticuados biplanos Swordfish antes de que interviniese la agraviada Royal Navy.

El Bismark  contaba con un poderoso cinturón blindado de 32 cm., una cubierta acorazada de 12 cm., además de un sistema de compuertas que limitaban las hipotéticas inundaciones. Los intrépidos pilotos británicos lanzaron sus torpedos. El primero pudo ser esquivado, el segundo... también, pero el tercero destrozó el timón de dirección del barco. Desde ese momento la suerte del gigante estaba echada. Dando bandazos, haciendo zig-zag (primero para aquí, luego para allá), trató sin éxito de alcanzar las costas "amigas" de Francia.

Sin dirección y a velocidad reducida, el Bismark y todo su poderoso armamento, eran insuficientes para resistir los nuevos ataques (ahora sí, y a distancia prudencial, los acorazados ingleses se sumaron al tiro al blanco). El más poderoso barco de guerra alemán y la práctica totalidad de sus 2.500 hombres se fueron al fondo tras una heróica e inútil resistencia.



10 enseñanzas para la reflexión.


¿Por qué cuento esta historia?

Sinceramente. Porque creo que tiene mucho que enseñarnos en los tiempos que corremos. Sobre todo a las grandes compañías que hasta ahora han escrito la historia. Señalaré sólo diez conclusiones. Se pueden sacar más, incluso un juego de sobremesa para aficionados al Marketing y a la Estrategia:


1.- El Bismark se había preparado, y muy bien para luchar contra los que "él" consideraba sus rivales.

2.- El Bismark tenía a los mejores hombres, pero sin Dirección, sus horas estaban contadas.

3.- El Bismark  lo había blindado todo, menos su Dirección.

4.- El Bismark tenía docenas de cañones, pero apenas un par de hidroaviones para ver más allá.

5.- El Bismark no contaba con que los molestos y baratos biplanos le influyesen en su Dirección.

6.- El Bismark salió a hundir todo lo que flotase y eso dificulta definir cualquier plan B.

7.- El Bismark tenía una Marca asociada a un símbolo  nacional, hundirlo fue peor que hundir un barco.

8.- El Bismark estaba perfectamente diseñado para todo menos para lo imprevisto.

9.- El Bismark luchó hasta el último hombre. Una cosa es motivación y otra fanatismo.

10.- El Bismark es con todo el barco más reproducido en juguete...

... y hasta National Geographic ha hecho un magnífico documental en el que se le ve descansando en el fondo del Atlántico. Las grandes Marcas, y más si se convierten en leyendas, nunca dejan de generar ingresos.


Eduardo Irastorza (c)



12 de agosto de 2011

El marketing y la tecnología, una emulsión muy creativa

En el sector de los que se dedican al marketing por Internet todos podrían distinguir, sin dudarlo más de dos segundos, entre aquellos que vienen del marketing y los que provienen de la informática. Esa diferencia entre unos y otros es la que casi siempre he podido observar en las reuniones en las que participan conjuntamente los departamentos de marketing y de informática de cualquier empresa. En este post daré una fórmula que os ayudará a que esas diferencias se traduzcan en sinergias creativas y no en acalorados desencuentros.

Voy a reproducir un diálogo ficticio que refleja muy bien una situación típica de estas a las que me refiero:

Miguel Marketing: - Tenemos un Plan para buscar agua en el desierto. Necesitamos un vehículo para poder encontrarla.
Tomás Técnico: - Entendido. Nos tenés que dar más datos, qué tipo de vehículo queréis, tamaño del depósito, la carga, número de plazas, etc.
Miguel: - Ya, ya, esos datos te los daremos mañana, pero queremos que sea descapotable y que esté pintado de amarillo.
Tomás: - Estooooo...si es descapotable no le podremos colocar nuestra super antena gigante GPS y os váis a perder.
Miguel: - Pues llevaremos mapa y brújula, pero esa horrible antena no la queremos ni de coña en el coche.
Tomás: - No teneís ni idea de esto; el GPS le da cien vueltas al mapita y a la brújula del abuelo.
Miguel: - El que no tiene ni idea es..., bueno, poned la antena, pero no la grande.

Al final el equipo de ventas que buscaba el agua desapareció en el desierto y no supieron de ellos hasta que un superviviente les contó lo sucedido: el GPS dejó de funcionar al romperse la mini-antena instalada en la capota retráctil. Se perdieron entre las dunas y desgraciadamente los mapas no les sirvieron para nada porque el único con suficiente experiencia para usarlos fue despedido días antes de partir en la expedición. Las hienas sólo dejaron los huesos, jamás habían probado manjares tan exóticos.

Los que habéis estado en reuniones de este perfil sabéis que éste tipo de diálogo es lo normal. A primera vista podríamos decir que el fracaso de la operación desierto se debe a la poca sintonía entre Miguel y Tomás. Pero en realidad, la operación desierto fracasó mucho antes. No fracasó por el asunto del GPS ni por el despido del viejo empleado. Los diferentes puntos de vista o incluso la poca sintonía no son malos; más bien al contrario, son una oportunidad si se saben gestionar. El problema es otro. Veamos.

El Plan tiene un Objetivo: "Buscar agua en el desierto", pero es Miguel Marketing quien le añade lo de "Necesitamos un vehículo". Miguel, como es de esperar, desarrolla el Plan definiendo los recursos necesarios.

Objetivo: Encontrar agua
Recurso: Necesitamos un vehículo

Tomás Técnico asume la construcción del vehículo como su objetivo particular y no cuestiona lo que él cree que forma parte de un Plan ya bendecido por las alturas. Si hubiera visto ese objetivo primordial de encontrar agua como SU objetivo, entonces habría podido cuestionar la necesidad de construir un vehículo y seguramente hubiera propuesto otras soluciones; vehículos no tripulados, sensores multiespectrales, etc. y finalmente los de ventas ahora estarían vivos.

Por otra parte, si Miguel se hubiera centrado más en el objetivo y menos en el recurso que necesitaba, habría dejado espacio para propuestas más creativas por parte de su compañero Tomás.

La planificación creativa debe hacerse desde la raíz, poniendo en cuestión las acciones y recursos ya programados en los que no hayan participado todas las partes involucradas en su desarrollo. Generalmente es la falta de información la culpable de que un proyecto fracase, no los diferentes puntos de vista, ni siquiera las discrepancias.

Es la falta de información y no la discrepancia la que que suele contaminar un proyecto.

Los puntos de vista discrepantes, esas diferentes formas de ver los problemas, cuando se mezclan correctamente, forman un caldo de cultivo fantástico en el terreno del marketing creativo. Son como el agua y el aceite. La fórmula para el éxito de esa emulsión no es complicada, la tienen los cocineros, que entienden muy bien de mezclas imposibles y de las que son capaces de obtener exquisitos sabores, aromas y texturas. Se nota que se acerca la hora de comer...

Sobre esta diferencia de culturas seguro que todos podéis contar alguna anécdota curiosa. Pasa y escribe...serás además de los primeros en dejar comentarios en este blog :)

Jaime Núñez